Dentro de todo lo que puede hacerse a nivel personal e institucional para fomentar el hábito de leer, resulta especialmente importante el concepto de animación a la lectura, que abarca todo aquello que constituya un medio concreto y directo para inducir, estimular y orientar el deseo y el gusto de leer. Caben aquí, como recursos, las lecturas en voz alta, charlas, comentarios, debates, juegos, concursos, competencias... todo cuanto incline a leer, y a leer con gusto, es decir, bajo el signo de la espontaneidad. Puede haber algún interés ajeno a la lectura misma (ganar en un juego, una competencia, un concurso), pero de cualquier modo será una lectura voluntaria.
Por otra parte, todo recurso de animación a la lectura deberá tener como "plato fuerte" la lectura misma, el contacto directo con un texto, y a partir de este cualquier otra actividad deberá resultar justificada y realizar una función complementaria y enriquecedora, excluyendo así la arbitrariedad en las tareas y el predominio de cualquiera de ellas sobre la que más nos importa.
Con la animación a la lectura se pretende:
a) Que el niño no lector, o poco lector, descubra el libro.
b) Pasar de la lectura pasiva a la lectura activa
c) Desarrollar en los niños el placer de leer.
Ayudarle a los niños a descubrir la diversidad de los libros
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